Estoy cada vez más convencido, la salud es el equilibrio entre lo físico, lo mental, lo emocional y lo energético. En el momento en que alguno está desatendido, expresa a través de un síntoma su inconformidad y trata de recuperar su equilibrio natural. La salud y las emociones tienen un fuerte vínculo que en la mayoría de las ocasiones nos cuesta reconocer y aceptar.
Es más frecuente que cuando estamos viviendo una enfermedad, comprendamos la importancia de mejorar algún hábito o rutina de alimentación, sueño o actividad física. Sin embargo cuando planteo que ese síntoma puede venir de un sentimiento no expresado o mal expresado encuentro una fuerte resistencia. Nos cuesta comprender y aceptar que una decepción, una rabia, una frustración, hayan podido desencadenar una dolencia o una enfermedad.
Hemos crecido y vivimos en una sociedad en la que expresar los sentimientos está mal visto. Nos han enseñado a aparentar tranquilidad y entereza, a no derrumbarnos, no salirnos de nuestras casillas, a no decir basta a personas cercanas que nos consumen la vida. Y mantener esta actitud, a la que suelen llamar firmeza de carácter, esta altamente valorado.
Por otro lado decir clara y abiertamente que nos sentimos discriminados, poco o nada valorados, reconocidos, etcétera, es una acto de mala educación, no esta bien sentirnos orgullosos de nosotros o de nuestras habilidades.
La rabia, la frustración, la pena, el temor o la pasión, son una respuesta ante un evento concreto. A través del sentimiento nuestro organismo depura, limpia y entonces puede seguir. Ni reprimir, ni apalancarse en el sentimiento para ser la víctima, reconocer y expresar.
Una emoción no expresada debidamente se manifiesta en el plano físico y esa es la manera que tiene el organismo de mostrarnos lo que no queremos ver. Para que produzca un daño orgánico es necesario que se produzca un conflicto intenso y que sea vivido de forma dramática, imprevista y quizás en soledad.
Desde los enfoques holísticos, la medicina tradicional china o la medicina ayurvédica, entre otras medicinas ancestrales, hay una asociación directa entre la salud y las emociones. Se reconoce la afección directa, por ejemplo de la cólera en el hígado, la pena en los pulmones, el temor en los riñones, la alegría o pena profunda en el corazón, la responsabilidad con los dolores cervicales o de hombros, las dudas a la hora de tomar una decisión (dar el paso) a las limitaciones en la cadera, etc.
¿Porqué esperar a que la situación se agrave? ¿Porqué no aprender a reconocer y expresar de manera adecuada el sentimiento y liberarnos de esta carga? El único tratamiento efectivo es ir al origen.
Lo que proponemos es aprender a gestionar nuestros sentimientos para que sean el motor que nos impulsa a decidir, emprender, cambiar, terminar o crear.
¿Qué es la Gestión de las Emociones?
Es todo un grupo de acciones que nos permitirán aceptar y comprender que las emociones son parte natural y vital en nuestra vida.
- Aceptar que podemos ser afectados por una emoción que no ha sido integrada del todo.
- Identificar los sentimientos, comprender cómo y donde nos están afectando y acercárnos a su uso como herramientas que mejore nuestro bienestar.
- Expresar el sentimiento y encontrar si es necesario, un profesional adecuado que nos permita comprender e integrar lo que sentimos para continuar con una vida saludable.
- Incluir la expresión y la gestión de las emociones como parte natural de nuestra vida.