Desde que comprendí que el ser humano es un todo indivisible, entendí que buscar la curación, mantenernos en salud, debe incluir la gestión de todo nuestro organismo. Tanto la parte física y nutricional, como la sutil, la energética, o la anímica y emocional. Conoce ¿cómo influyen las emociones en la salud?
En mis charlas y cursos siempre repito lo que considero yo que son los 5 pilares para mantenernos en salud:
- Comer bien
- Dormir bien
- Hacer ejercicio
- Practicar una actividad que nos genere placer y relajación
- Gestionar las emociones.
Como complemento a este verso repito con frecuencia la siguiente frase aprendida de alguno de mis maestros: además de limpiar, debemos no ensuciar. Y esta pequeña frase tiene que ver con lo que comemos, con el cambio de hábitos diarios, pero también y de forma muy clara con nuestras costumbres y actitudes mentales y emocionales.
En esta entrada me centraré en este quinto punto.
La Gestión Emocional.
Es imposible pretender separar a nuestro organismo de nuestras emociones y pensamientos, de la misma manera no podemos pretender curarnos sin tener en cuenta este aspecto.
Una intoxicación por un metal pesado, la falta de una vitamina o nutriente o una emoción contenida o mal gestionada pueden ser el origen de una enfermedad. Tan importante como evitar los azucares si soy diabético es darle la relevancia a lo que estoy sintiendo o aquello que he vivido.
Pero no quiero decir que las reacciones diarias por emociones o tristezas nos enfermen. Tampoco se debe pretender no reaccionar con enojo o llanto ante alguna circunstancia, acallar nuestro sentir, abolirlo o pretender hacerlo. Pero cuando vivimos experiencias muy intensas y repentinas o cuando alguna se mantiene durante un tiempo prolongado, puede llegar a enfermarnos. Y por eso con frecuencia cito a Jean Shinoda: Lo importante no es aquello que nos ha pasado sino cómo nos lo he tomado.
En mi experiencia diaria vivo, veo, observo diferentes tipos de reacciones. Unos miramos para otro lado, no queremos ver el problema, no queremos asumirlo, pretendemos que el tiempo o la vida lo solucione, otros vivimos tan metidos en el problema que no somos capaces de verlo. En ambos casos el resultado es similar. Si no quiero o no puedo ver la implicación emocional de una situación, es poco probable que se solucione de forma adecuada.
Otros levantamos grandes muros defensivos pretendiendo que no pasa nada, no nos permitimos llorar, no queremos que se nos hable de ello, cambiamos rápidamente de tema o de actividad cuando algo nos recuerda o duele. Otros podemos tener tendencia a vivir la situación con especial dramatismo, viviendo de forma muy explícita el día a día. Otros lo vivimos en silencio rumiando la situación, la idea y en ocasiones incluso regodeándonos en ello.
En fin cada uno de nosotros puede desarrollar una estrategia diferente. Pero mientras no tomemos las riendas, no hagamos algo adecuado como por ejemplo comenzar por aceptar que hubo una pérdida, que se vive una mala situación de pareja o en el trabajo, etc, nuestra salud seguirá manifestando desequilibrio. Quizás el camino sea largo, pero por lo menos ya lo hemos comenzado. Si ya soy consciente de mi emoción o del problema que la causa, ya podré emprender ese camino buscando la solución.
Durante los cursos también hago hincapié en la importancia de diagnosticarnos y quiero aclarar este tema. No se trata de hacer la labor del psicólogo o del médico. No es pretender ponerle un nombre técnico o científico a lo que está pasando en ese momento conmigo. Simplemente hago énfasis en que debemos estar con nosotros mismos, saber que nos pasa, qué hace que me sienta mejor o peor, identificar mi mal hábito de pensamiento o de acción. Consiste en tratar de tener claro lo que me pasa y porqué me pasa. Esto no es fácil, ni mucho menos. quizás necesitemos del profesional que nos haga las preguntas adecuadas y nos acompañe en el proceso. Pero sacar las conclusiones, es algo individual. Requiere decisión y también valentía. Sabernos débiles en un aspecto, reconocernos imperfectos en otro y asumir también esos rasgos fuertes y de seguridad por otro lado, en conclusión conocernos y aceptarnos, para comenzar a cambiar aquello que requiere ser cambiado.
¿Cuáles son las emociones que afectan a la salud?
Como causas evidentes de enfermedad están la pena, la frustración, la cólera reprimida, pero también la dedicación total a cuidar a un enfermo, a un ser querido, la pérdida de sueño por este motivo, la terrible carga que debe soportar mi glándula suprarrenal por ejemplo cuando tengo un trabajo que odio o al que simplemente no quiero volver o cuando tengo una deuda que no sé cómo asumir. Pero por otro lado una inmensa alegría podría a su vez alterar mi organismo físico. ¡O quien no ha leído del señor que sufre un infarto justo cuando su equipo favorito metió el gol que lo llevó a la gloria?
También repito en mis charlas, los post y los cursos que el modelo médico convencional pretende dar soluciones farmacológicas a situaciones sociales o esperables. Como por ejemplo algunos casos de déficit de atención o un duelo esperable por una muerte cercana. Cada caso es único y en ocasiones podemos necesitar de “la pastillita”, pero si eso no va acompañado de medidas que busquen encontrar el origen del problema o la adecuada gestión emocional, la respuesta siempre será parcial o habitualmente de dependencia a esa «solución» externa.
Mi modelo de trabajo me ha llevado a rodearme de personas con las que quiero contar. Así como remito con frecuencia al Osteópata o al Odontólogo (holístico) o en ocasiones trabajo con un ingeniero para verificar las condiciones de bio-habitabilidad, o con un experto cocinero para aprender y enseñar a nutrirnos, siempre quiero tener a un psicólogo con quien poder trabajar.
De forma habitual advierto a mis pacientes de primera vez, que yo soy médico y que la entrevista que tendremos a continuación será desde la homeopatía, que se parece más a una cita con un psicólogo, pero que no lo soy, ni pretendo, al menos por ahora. Mi labor consiste en identificar patrones de conducta, temores, angustias diarias, ideaciones, así como gustos por ciertos alimentos o tener alguna característica en nuestra esfera sexual, o si soy caluroso o friolero. Una vez que tengo esta información, se establece un patrón de respuesta individual ante la vida misma y esta información debe ser contrastada con los conocimientos de los patrones y características de los medicamentos homeopáticos. Cuanto mas se parezcan estas dos cosas, mas cerca tendremos la curación.
¿Cómo ayuda la Homeopatía?
La homeopatía cumple el maravilloso papel de hacer que la fuerza vital encuentre su equilibrio. Una vez logrado, el síntoma desaparece. Sin embargo el proceso puede verse facilitado si tenemos las herramientas adecuadas trabajando en sinergia. Un componente nutricional, un aminoácido o una enzima, o cambiar una rutina diaria, puede ser tan importante como una Terapia Breve o de otro tipo como la Gestalt o poder aprender las técnicas utilizadas en Mindfulness . Cada caso necesitará una respuesta específica. Mi labor consiste en identificar los factores que originan la enfermedad y cuando lo estimo oportuno, remitir a mi paciente para que otro profesional formado acompañe mi trabajo.
Quiero además mencionar a un grupo de pacientes que se benefician mucho del trabajo emocional, aquellos que tienen alguna de las enfermedades graves, complejas o que ponen en riesgo nuestra calidad de vida o la vida misma. Aunque estemos aparentemente en equilibrio emocional, detrás de cada diagnóstico de estos, habrá un componente emocional que debe ser asumido, diagnosticado y gestionado de la mejor manera.
Para terminar
Para terminar quiero hacerlo con el típico ejemplo de la basura del salón de casa. Pueden pasar varias cosas. Barrerla y dejarla debajo del tapete. Esto hará que tras un tiempo la situación sea insoportable, el salón comience a oler mal o el mismo tapete no nos permita estar de pie en una posición equilibrada y estable. Llegará el momento en que no podamos vivir allí.
La otra posibilidad es no pasar nunca la escoba y entonces cada vez que haya una corriente de aire aunque sea leve, se levante la basurilla y sea evidente que es necesario barrer.
Tanto si miro para otro lado pretendiendo que no ha pasado nada, no hablo del tema, no lloro lo que necesito, no expreso mi frustración, etc, como si ante cualquier pequeño traspiés del día a día me emociono, lloro, grito, arrojo cosas, la solución debe pasar por afrontar el problema. Pasar la aspiradora o barrer y luego depositar la basura en el contenedor adecuado, es decir identificar el problema y buscar la adecuada gestión de mis emociones.