¿Es tu tesoro lo que te esta enfermando?
Gollum no es consciente de su cambio físico, anímico, emocional. Su único pensamiento es conservar su anillo (empleo, relación, etc) a toda costa, incluso a pesar de la propia salud. ¿Es tu tesoro lo que te está enfermando? Vamos a descubrirlo.
He querido comenzar este post poniendo como ejemplo a Gollum, aquel personaje del señor de los anillos, que cuando salió de la comarca era uno más de ellos. Se llamaba Smeagol, pero el apego a su tesoro, generó tanto cambio en él, que incluso su aspecto físico terminó alterado. Su único pensamiento es conservar el anillo (empleo, pareja, piso) a cualquier precio, incluso a pesar de su salud.
¿Qué es el apego?
Cuando hablo de los apegos, me refiero a aquellas relaciones insanas y desequilibradas que establecemos con personas, objetos o estatus.
Se pueden establecer relaciones de amor y respeto recíproco, relaciones laborales que nos enseñan, de las cuales sacar mucho provecho, pero también se puede generar un vínculo de dependencia y temor que va a llevar al desequilibrio interno, a la enfermedad.
Cuando se genera una relación de apego con el trabajo o una persona o con un objeto, vamos a establecer un vínculo basado en el temor a perderlo y es allí cuando hace daño.
Por supuesto que tener un trabajo estable genera ciertas garantías, eso ni lo cuestiono, pero la reflexión debe ir dirigida hacia el precio que en ocasiones se paga por mantener a toda costa una situación insana.
Cuando se establecen relaciones sociales, laborales, familiares, de pareja, es necesario detenerse a pensar si ese vínculo es adecuado o inadecuado para nosotros. Y no hablo de la persona que está enfrente de ti, hablo del tipo de vínculo que has establecido.
Cuando decidí escribir este post, tenía en mi consulta varios casos de crisis de ansiedad e incluso ataques de pánico, que llevaban a mis pacientes a tener toda una serie de síntomas relacionados tales como insomnio, pérdida de peso, disconfort interior, infecciones a repetición, dolores e inflamaciones que no terminan de mejorar, episodios de vértigo, contracturas eternas. Además enfermedades previas se empeoran o aparecen otras como hipertensión, diabetes, trastornos hormonales diversos, entre otras.
Lo curioso es que además de tener síntomas similares, todas estas personas estaban compartiendo el mismo origen de su alteración. Tenían una terrible relación laboral. Pero no es que hubiera llegado un jefe nuevo o un compañero de trabajo se haya puesto insoportable, es que simplemente odian su trabajo.
Personas que tras mucho esfuerzo hacen unas oposiciones y ganan una plaza «para toda la vida». Pasa el tiempo y se encuentran con un trabajo que se ha vuelto monótono o simplemente no da más de si. Les cuesta salir de la cama cada mañana, van a trabajar de mala manera, teniendo problemas de relaciones con sus compañeros, viven de mal humor. Pero su pensamiento es: este trabajo me pertenece, para toda la vida, a cualquier precio, aunque necesite un ansiolítico para poder ir a trabajar.
Se establece una dinámica patológica, que se ha venido produciendo muy lentamente. El cambio es tan paulatino que es difícil establecer cuando comenzó el problema y aun mas establecer la causa del mismo. Se requiere un esfuerzo para llegar a la conclusión a la que no se quiere llegar. El trabajo les enferma. Aun así, una vez establecido esto, la negación a cualquier tipo de cambio es muy alta. Han vivido muchos años de su vida haciendo lo mismo y además piensan que es una verdadera locura pensar en un cambio.
De la misma manera me encuentro personas que siguen con su pareja solo por el apego, el temor al cambio, a perder lo que tienen aun sabiendo que la relación les está afectando, les enferma. Se han convertido en compañeros de piso que discuten diariamente y que salvo los hijos, no comparten nada mas.
Otro caso de apego tiene que ver con propiedades tales como casas, pisos o coches. Personas que mantienen dicha propiedad aun sabiendo que venderla o alquilarla podría ser una buena solución, pero han establecido un vínculo de apego y dependencia que les impide tomar dicha decisión.
Sé que no es fácil cambiar, también sé que en ocasiones no existen alternativas aparentes, ya sea por “la crisis”, por el momento político, por el lugar donde vives y las pocas oportunidades. Pero también es cierto que no nos gustan los cambios ni la incertidumbre, aun sabiendo que lo único cierto es lo incierto.
No se trata de tirarlo todo a la basura. No se trata de hacer cambios impulsivos y sin medir las consecuencias, lo que propongo con este post es generar la inquietud acerca de cuanto se puede llegar a enfermar por aferrarse a una situación laboral, a un objeto, a una persona o a una idea.
Tampoco se trata de renunciar a la primera dificultad, no se trata de no dar la batalla cuando debe darse. Se trata de encontrar el equilibrio y principalmente buscar la felicidad en lo que se hace. “La felicidad no está en hacer lo que amo, sino en amar lo que hago” dice J. P. Sartré,
Pero si no eres capaz de darle la vuelta a la situación en el empleo, si de verdad es odio o te sientes superada/o aunque lo intentes, quizás es hora de arriesgarse, de “lanzarse al vacío, que crecerán las alas” como dice mi colega Payán De La Roche.
Lograr el equilibrio para mantenerse sano a largo plazo debe incluir una adecuada gestión emocional. La interacción directa de la calidad del sueño y el descanso con el equilibrio anímico-emocional hace que debamos cuidar estos dos aspectos tan importantes de nuestra vida.
Existen vías de apoyo ante este tipo de situaciones, pero es muy importante que reflexiones en soledad, que mires hacia adentro, que revises tus prioridades, expectativas, deseos, metas.
Una vez hecho este paso puedes buscar ayuda con un profesional de la psicología o del coaching, teniendo en mente que con frecuencia un buen tratamiento homeopático puede ayudarte a encontrar el equilibrio y desde allí poder tener un panorama más claro, una visión mas amplia y encontrar la solución que mejor se ajuste a tu situación.
Para despedirme insisto en lo verdaderamente importante: mira hacia adentro.
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