El Síndrome del Corazón roto o Síndrome de Tako-Tsubo afecta en un 90% a mujeres en menopausia mayores de 60 años. Es un cuadro grave que puede llevar a la muerte.
Descrito por primera vez en japón en 1990 y se llama así porque el corazón toma una forma similar a la trampa para pulpos que lleva ese nombre.
Es un síndrome que presenta dolor en el pecho, con irradiación a la espalda, problemas para respirar, cansancio, palidez, tiene toda la clínica de un infarto.
En sangre se encuentran niveles muy elevados de catecolaminas y Endotelina, sustancias que están involucradas en las enfermedades cardíacas.
La única diferencia es que cuando la persona afectada acude a urgencias y le hacen la angiografía cardíaca (una prueba diagnóstica con la que se observan las arterias del corazón), no se encuentran alteraciones, ninguna obstrucción. Sin embargo sus complicaciones pueden llevar a la muerte.
Al estudiar con detenimiento los casos, se encuentra siempre el antecedente en los últimos días (máximo semanas) de haber sufrido un profundo estrés físico o emocional: se han ganado la lotería o hay una pérdida económica, reciben una mala noticia por un diagnóstico fatal a un familiar, violencia doméstica, enfermedades importantes, accidentes, cirugías, en fin, una serie de situaciones que elevan los niveles de las sustancias del estrés (catecolaminas).
Ya desde comienzos de 1800, un médico muy adelantado para la época decía que las emociones podían causar afecciones físicas que en ocasiones podrían llevarnos a situaciones muy graves.
Las causas no están claras pero podemos escuchar:
La ciencia actual, aun no tiene claro lo que pasa. Está descrito en los grandes libros de Cardiología y se buscan las sustancias que lo producen, sin tener una explicación exacta. Aunque los niveles de las sustancias liberadas durante el estrés son muy altos.
Quizás donde debería buscar la ciencia y encontrar la respuesta, es permitiendo que estas mujeres puedan expresar sus emociones de forma adecuada.
Nuestra labor como familiares de mujeres mayores es abrir un espacio de comunicación de habla-escucha para que en caso de situaciones de estrés intenso, ellas puedan encontrar una oreja grande y un hombro con los cuales poder expresar sus emociones.
Mi labor como médico es tener este espacio y dar acompañamiento no solo con medicamentos o complementos nutricionales, sino también emocional, para que cada uno de nosotros se acerque al auto conocimiento y así identifiquemos y trabajemos nuestros lugares de mayor debilidad, el órgano o la emoción que padezco, y a su vez reforzar y sabernos conocedores de nuestras fortalezas.